Filosofía

Filosofía de la macrobiótica

El princpio del yin-yang se puede aplicar a cada instante de la vida cotidiana, en nuestras relaciones familiares, en la vida matrimonial, social y política…

Todo la filosofía de Extremo Oriente es la enseñanza de la Constitución del Universo. La ciencia de Extremo Oriente es la aplicación del YIN y YANG en los diversos ambitos de nuestra vida cotidiana, como la medicina, la agricultura, la alimentación, la astrología, etc., esta comprensión, aunque milenaria, se ha vuelto incomprendida y mística.

Ha llegado el momento de aplicar esta filosofía práctica en la alimentación, para obtener  la libertad infinita, que es la salud absoluta, la felicidad eterna, que es la alegría de vivir, y la justicia absoluta que es la Paz Eterna. Si queréis comprender, y renovaros, debéis estudiar y aplicar este método de alimentación. El estudio macrobiótico os convertirá en vuestro propio médico, como les ocurre a los pájaros que vuelan en el cielo y a los peces que nadan en el mar.

La Macrobiótica no es una Medicina empírica o mística de origen popular o supuestamente científica o paliativa, sino la aplicación diaria de los principios de la filosofía oriental. Proviene de un concepto dialéctico del Universo, cinco veces milenario, indicando el camino de la felicidad por la salud. Este camino está abierto a todos, ricos o pobres, sabios o ignorantes. Es un camino simple y todos aquellos que desean sinceramente librarse de sus dificultades fisiológicas o mentales pueden seguirlo en su vida cotidiana. Millones en Extremo Oriente han llevado una existencia feliz beneficiándose con la paz y la cultura durante miles de años, gracias a las enseñanzas macrobióticas de Lao Tse, Confucio, Buda, Mahavira, Nagarjuna, etc., y muchos antes que éstos, de los sabios que concibieron la ciencia medicinal de la India.

George Ohsawa

George Ohsawa, fundadora de la macrobiótica actual.

En la hora actual estas enseñanzas han envejecido, pues todo lo que tiene un comienzo tiene un fin. Hoy están deformadas por las supersticiones, el misticismo y la rutina profesional; por eso estamos ofreciendo una nueva interpretación práctica.

La base de esta filosofía es muy simple: es Yin-Yang, o sea, la ambivalencia en cada cosa, en cada situación, en cada estado de ánimo.

Dicho de otro modo, cada cosa tiene dos polos y contiene su contrario u opuesto: día-noche, hombre-mujer, guerra-paz, etc. Podemos aplicar este principio a cada instante de la vida cotidiana, en nuestras relaciones familiares, en la vida matrimonial, social y política, porque es el fundamento de cada existencia, ya que se encuentra en la esencia de las cosas, pudiendo servir como norma universal.

El método no consiste únicamente en destruir los síntomas a cualquier precio, sea por la violencia, la química o la física, ni alcanzar el psiquismo, sino en un siimple proceder que busque no sólo la cura (eliminación de los síntomas) o el fortalecimiento de la salud, sino también la paz del alma, la libertad y la justicia. Es mucho más revolucionario que el descubrimiento de la energía atómica y de las bombas de hidrógeno. Trastorna todos los valores, todas las filosofías y todas las técnicas modernas.

La Medicina Macrobiótica prepara para una larga vida. Es en extremo simple y económica. Puede ser aplicada en todo tiempo, lugar y a toda edad. Es más educativa que curativa, reposando enteramente en la inteligencia y la voluntad. Cada uno estudia el caminio que lleva al Satori, a la realización de sí mismo, a la liberación, y es un camino que debe ser recorrido por uno mismo. El arte del rejuvenecimiento y de la longevidad es pragmático, es decir, está basado en la experiencia y en particular sobre la experiencia propia.

 

 

George Ohsawa nació en la época de las conmociones sociales causadas por la restauración Meiji, en la que todo un modo de vida ancestral volcó repentinamente hacia la modernidad. Creció en el seno de una familia muy pobre. Durante la adolescencia se le diagnosticó tuberculosis (de la cual habían muerto diversos miembros de su familia), de la que se sanó con el método natural del Dr. Sagen Ishizuka (1850-1909). Éste preconizaba la curación de las enfermedades sin medicamentos; tan sólo equilibrando, en la alimentación, la relación entre el sodio y el potasio. Este sistema, que tuvo mucho éxito, era una adaptación científica de la antigua tradición médica extremo-oriental, basada en el principio de equilibrio entre el Yin y el Yang.

Ohsawa profundizó este método y, a través de sus propios estudios e investigaciones, lo amplió hasta crear lo que se convirtió en la macrobiótica: un sistema tanto filosófico como práctico que pretende ayudar a desarrollar el entendimiento humano. Desde entonces consagró el resto de su vida a intentar demostrar su convicción de que, si se aplicaran los principios de su enseñanza, se podrían resolver los problemas y conflictos de la humanidad.

Con este objetivo, impartiendo cursos y conferencias, Ohsawa escribió centenares de libros, ayudó a miles de enfermos con su método alimenticio, colaboró con diversos científicos, divulgó numerosas disciplinas extremo-orientales y se encontró con muchas personalidades del siglo XX.

A partir del año 1953, empezó a enseñar de manera sistemática a través del mundo: hizo largas estancias en Francia y en Bélgica, pero también en otros lugares de Europa y en los Estados Unidos. En estos países se crearon grupos de estudio y centros permanentes, periódicos, restaurantes y manufacturas de productos macrobióticos.

George Ohsawa dejó tras él a muchos discípulos, algunos de los cuales se convirtieron en enseñantes; su mujer Lima, que nació el 18 de abril de 1898, dirigió el «Centro Internacional Ignoramus» (el centro macrobiótico del Japón) hasta poco antes de su muerte, sobrevenida en Tokio el 9 de noviembre del 1999.

Ohsawa

El lenguaje de George Ohsawa

Ohsawa se explicaba de manera «zen», es decir, de manera paradójica.

Por un lado hizo un gran esfuerzo en hacerse entender por el público occidental, utilizando su lenguaje y sus referencias. Sin embargo, por otro lado se explicaba de una manera muy poco «escolar»: hacía un gran número de preguntas que los estudiantes tenían que resolver solos; tenía a menudo un comportamiento severo (aunque su manera de explicarse fuera muy humorística) y, en general, dejaba que cada uno «madurara» a su ritmo, aunque eso creara numerosos errores de comprensión.                                                                                                                                                    Con esta manera de hacer pretendía sacudir a la gente, poniéndola cara a cara con ella misma para «despertarla» y ayudarla a desarrollar su juicio.                                                                                    Por eso, la enseñanza de Ohsawa es a veces difícil de abordar para un neófito, ya que reclama una mínima visión de conjunto.